viernes, 30 de noviembre de 2007

EL PENSAMIENTO EN DIAGONAL -teoría sobre el mismo-(Por el Dr. John Key)

EL PENSAMIENTO EN DIAGONAL

A través de los años he llegado a la conclusión de que tengo el cerebro flotante.
No me pregunten bien cómo es que llegué a esta conclusión , pero es estoy cada vez más convencido de ello.
Todo comenzó hace unos cuantos años cuando un conocido mío hizo un comentario al respecto:

- A vos flaco, el cerebro te dobla. Gira. Se te va unos doce o catorce grados a la izquierda, vos no te das cuenta pero es así.-

Escuché atentamente sus palabras y, sin sorpresa alguna, me reí a carcajadas.
Me reí porque tenía razón, pero no le dí mayor importancia al conocimiento del tema por parte de esa persona ni al mío mismo, y terminaron ahí los comentarios sobre ese asunto.
Tiempo después, aquella frase regresó a mi mente y comencé a analizar más profundamente el concepto que se había vertido durante aquella conversación, y así fue que comencé a prestar más atención a lo que me dictaba mi cerebro y a las sensaciones que ello producía.
Es todo una cuestión de ver en que contexto uno está, en analizar fríamente la situación y en concentrarse al enviar esa información al cerebro. Es ahí en dónde se empiezan a sentir primero una claridad mental desconocida, segundo ese claro pensamiento se transmite al cuerpo en diferentes formas y a través de sustancias como la endorfina entre muchas otras y, en tercer lugar uno comienza a experimentar como si estuviera inmerso en la película de cómo responde su propia mente ante esos estímulos.
Supongo yo, ya que nadie tiene la verdad absoluta sobre este asunto, que a cada uno le sucede esto mismo a veces sin percibirlo, a veces sin querer y muchas otras veces sin tener registro ni de sus pensamientos ni de sus acciones, ya sea por el uso de drogas alucinógenas o antidepresivas o por el consumo masivo de comida o alcohol, cuyos resultados en men y corpore anulan en sistema sensorial humano al entrar en acción sus nocivos componentes.


Entonces tenemos una situación, un contexto y una imagen cognoscitiva estimulando nuestro órgano pensante. A partir de allí, sólo es cuestión de precisar los movimientos y dar cuenta de ellos simultáneamente al registro de nuestra línea de pensamiento y acción , lo que producirá que nuestra imagen resulte proyectada al mismo tiempo como si estuviera superpuesta a la realidad.
En mi experiencia personal y a través del cuantioso y necesario uso de espermicidas dispersos sobre una banda de látex combinados con barbitúricos y mujeres sensuales, llega un momento en el que , luego de recibir una orden o una proyección visual, auditiva o cualesquiera, el cerebro toma claramente esa información y empieza a girar sobre su propio eje como si se estuviera acomodando a la situación.
Hay quienes dicen por esto mismo que cuando uno está pensando está “carburando” .
Una vez que los movimientos acomodantes empiezan , el cerebro se plantea el problema y comienza a buscar la solución y/ó respuesta tanto para resolver como para utilizar la información enviada hacia los lóbulos y luego hacer con ella lo que resulte necesario.
Es por eso que en muchas oportunidades , más de uno de nosotros, ha querido hacer algo y ha hecho o eso mismo más o menos parecido o sino todo lo contrario a lo que quería hacer.
No estoy hablando de : “Quiero tener un yate y pienso, pienso, pienso , pero no lo tengo...”, sino que hay un deseo de realizar un determinado algo , uno va , encara para hacerlo y termina haciendo otra cosa, es simplemente eso.
Creo yo que una de las razones por las que este extraño fenómeno sucede es que con el tiempo y siempre dependiendo del uso que se haga del mismo, el cerebro acomoda su tamaño a la cantidad de pensamientos positivos y e intelectualmente alimenticios que uno tiene, es decir, cuántos más sinsentidos entren en la esfera del pensamiento de un ser humano y cuántos más pensamientos negativos proyectados hacia sí mismo o hacia los demás uno tenga , la mente comienza lentamente a reducir su tamaño llenando el espacio que queda entre la corteza del cráneo y la masa cerebral con gases, líquidos y , en algunas ocaciones que no son las más, simplemente con aire, lo cual hace que uno se mantenga más o menos ventilado.
Esto sucede casi generalmente en los hombres, ya que la gran mayoría de las mujeres tienen el cerebro más pequeño y aire en la cabeza desde su embrionamiento, es decir, no llegan a desarrollar completamente el ciclo del crecimiento cerebral.
Pese a esto, hay una gran cantidad de mujeres que se comportan a la inversa, a mayor cantidad de pensamientos negativos, productos de la histeria, la codicia, la inseguridad emocional y hasta la necesidad sexual, mayor es el tamaño de su cerebro, lo cual inevitablemente lleva a un agrandamiento de los pechos a través de cirugías estéticas como para que se queden tranquilas.
No son todos los casos valga la aclaración, pero las estadísticas son espeluznantes.

Vamos a dar un ejemplo concreto del pensamiento en diagonal para ser aún más puntuales:
Supongamos que uno quiere comer fideos con manteca y queso y en su heladera solamente hay manteca. Se plantea el problema de la falta de queso de rallar y , al registrar la falta de este elemento, entra en acción nuestro pensamiento primigenio y se nos proyecta en la mente la imagen del chino que atiende en la caja del supermercado, lo cual nos da a entender que ese señor es parte de la solución del problema.
Una vez llegado ese punto de raciocinio, tomamos dinero, las llaves, pañuelo y documentos y nos dirigimos raudamente hacia el mercadito oriental de la vuelta de la esquina a comprar nuestro faltante queso.
Es entonces que entra en funcionamiento evolutivo el pensamiento en diagonal.
Mientras nos dirigimos al chino de la vuelta de nuestra casa, aparece supongamos cualquier motivo, cualquier excusa como bien podría ser una persona fumando un cigarrillo cruzando la calle (en el caso de losa fumadores) o comiendo una golosina
( para quienes no disfrutan del vicio del tabaco, la nicotina y el alquitrán) o también las dos cosas juntas.
En nuestra proyección mental seguimos viendo y dirigiéndonos hacia el supermercadito, pero nuestro cerebro nos hace sentir sus leves movimientos de rotación hacia el costado y es por eso que sin dejar de tener como objetivo principal comprar el dichoso queso de rallar , como así tampoco sin dejar de creer que lo vamos a ir a comprar, finalmente nos desviamos solo un poco, unos pocos metros y en vez de ir a la góndola del queso terminamos gastando prácticamente ese mismo dinero y más también en cigarrillos, encendedor, caramelos, una gaseosa para sacarnos la sed y un paquete de preservativos porque uno nunca sabe que sorpresa nos puede deparar la vida y porque además la salud es importante a veces.
Ese es el pensamiento en diagonal. Estar en supermercado,ver la heladera, apuntarle al sachet de leche descremada y agarrar una sidra fría. Uno va derecho, pero nuestro cerebro, al girar un poquito, nos desvía levemante de nuestro camino y cambia radicalmente el objetivo por cualquier motivo, razón o excusa aparente.
Sin embargo el cerebro es un órgano diseñado complejamente y por eso mismo, al verse envuelto en este tipo de conflictos trata de enderezar el barco, de mantener la dirección, cosa que en la gran mayoría de los casos necesita de una muy alta dosis de fuerza de voluntad que,se ve siempre disminuída por la gran cantidad de energía que conlleva realizar el esfuerzo de dar un golpe de timón o un volantazo a nuestro automóvil mental.Es por eso mismo también que en el preciso instante el que volvemos a ser medianamente conscientes y nos damos cuenta de que el rumbo es el erróneo, volvemos a proyectar en nuestra cabeza varias capas más de pensamiento rellenas de problemas y soluciones para los distintos problemas que vendrán como consecuencia de nuestro desvío semi no intencional.
Pero no hay caso, nunca hay caso, siempre el pensamiento en diagonal se escapa por el callejón del volante izquierdo y nos hace un gol de media cancha, el que festejamos, el que agradecemos, el que compartimos abrazándonos con mujeres de distintas edades, medidas, facciones, usos y costumbres y ni hablar si te fumaste un porrito.

Dr. John Key
1984, California