sábado, 26 de abril de 2008

LOS DESVIOS DEL PENSAMIENTO EN DIAGONAL INDUCIDO (Por el Dr. John Key, nuestro especialista)


Dentro del pensamiento en diagonal, también podemos encontrar ciertos desvíos inducidos por el mismo.
De que se trata esto? Es muy sencillo: Tenemos el caso del señor que no tenía monedas para viajar en colectivo. El hombre tiene un billete de dos pesos (supongamos) y necesita cambio para poder pagar el boleto correspondiente.
Se dirige al establecimiento de venta de golosinas y demás (también llamado kiosco) y le pide al empleado que le dé dos monedas de un peso o cambio chico en lugar del billete.
Obviamente y, ante la escasez de monederío actual, el muchacho se niega rotundamente argumentando cualquier cosa.
Acto seguido, el hombre dispuesto a viajar en colectivo, comienza a ser víctima de los desvíos del pensamiento en diagonal inducido.
Ya está claro que debe comprar algo de un pequeño valor para poder así obtener su boleto, debiendo además, ajustar su presupuesto ya que este es un gasto no calculado al empezar el día y/ó el mes.
Es ahí en dónde el hombre que espera y quiere viajar en colectivo comienza a girar su cabeza en forma rotativa hacia izquierda y derecha, tratando de encontrar algún otro tipo de expendio de algo que le dé monedas para su trayecto.
Es por eso que al divisar un locutorio (hay dos por cuadra más o menos en las grandes ciudades como ésta) se dirige hacia él con el ánimo de llamar aunque sea a su casa para escuchar los mensajes y así poder subirse al transporte automotor público y colectivo de pasajeros urbanos y conurbanos.
Pero en todos y en absolutamente todos los locutorios sucede lo mismo que en los kioscos, con la diferencia que en este tipo de lugares ya te avisan que sino tenés monedas y vas a hacer un llamado corto, no podés hablar.

-cabina cuatro, no? Sí... 25 centavos-

Esta es la frase que esconde otras intenciones en la voz del pibe del locutorio ya que el llamado mínimo es de 23 centavos y no de 25, por lo cual ya se están quedando con dos centavos, lo que sumando día tras día da una cifra digamos que atractiva para cualquier bolsillo. Por esto los que trabajan en locutorios no tienen problemas para sacar boleto ya que se quedan con los dos centavos que sobran de cada uno de los llamados que la gente realiza en su comercio.

Volviendo al hombre, una vez que escucha el monto a pagar por haber utilizado dicho servicio público y telefónico a la vez, se dispone a entregar su billete de dos pesos para abonar.

-Noooo flaco, olvidate, no tengo cambio, andá a cambiar y volvé, me hubieras dicho antes que me ibas a pagar con un billete grande papá.-

-pero si te estoy pagando con dos pesos, de que billete grande me hablás?-

-Y, entonces vas a tener que esperar a ver si algún cliente me garpa con monedas, perdoname, esperá acá que alguna cabina ya se va a desocupar.-

Le dice el locutorista al hombre lo cual da como resultado que ya está perdiendo sus dos centavos más el tiempo de espera para ver si por alguna de esas cuestiones que suceden a diario, alguno paga con moneditas. Pero no, nadie paga con moneditas y antes de eso, nadie para de hablar por teléfono, lo que produce una demora más que molesta.
Eso sucede si uno entra a un local de comunicaciones como el anteriormente mencionado, aunque puede suceder que, mientras se trata de conseguir el cambio necesario para viajar, uno vaya de kiosco en kiosco, de locutorio en locutorio y así por varios lados más, hasta que llega caminando al lugar de destino.
Esta es una clara muestra de cómo funcionan los desvíos tanto geográficos como temporales del pensamiento en diagonal inducido. Cuidado, es un mal que nos aqueja a todos.

Dr. John Key
Salt Lake City, 1986

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