JUGADORES QUE HICIERON EXPLOSION

Hay que entender también que gran parte de la responsabilidad del bajón de rendimiento de los jugadores argentinos durante los años 40 y 50 fue de la Segunda Guerra Mundial.
Está claro que la suspensión de los campeonatos “Copa Jules Rimet” a raíz del conflicto bélico afectó obviamente la cantidad de galardones obtenidos por nuestro seleccionado de fútbol pero hay que comprender también porqué, más allá de eso, hubo una gran merma no sólo en lo deportivo.
Es cierto que la performance argentina durante las copas América jugadas durante aquellos años no fue del todo mala, es decir, obtuvieron algunos títulos en el ámbito continental, pero también hay que saber que la gran mayoría de los jugadores de aquél entonces formaban parte de los ejércitos aliados y del Eje en la gran guerra del siglo XX.
Tenemos casos como los de Raimundo “Mumo” Orsi, aquél puntero argentino que saliera campeón en el Italia del 34 y el 38 y también tenemos el caso de Alcides Gigghia, uruguayo nacionalizado luego italiano, quien fuera el autor del gol que produjera el “Maracanazo” de 1950 en Brasil, pero también hubo otros grandes jugadores que, a raíz de los enfrentamientos armados sucedidos en continente europeo, no pudieron llegar a la fama como tantos de sus colegas.
Antonio Carlos Losavio, arquero de la reserva de Argentinos Juniors, club de mediana importancia en el fútbol argentino que se hiciera popular en la década del ’80 por haber tenido entre sus filas al genial Diego Armando Maradona.
Losavio, como buen hijo de italianos, al comenzar la guerra se alistó en el ejército fascista liderado por Benito Mussolini, llegando a obtener la “Orden de la Gran Struzza”, por su valiente actuación en las trincheras, defendiendo su país frente al asedio anglo-americano.
Su tarea, como buen arquero, era atajar las granadas arrojadas por las fuerzas enemigas, logrando así obtener el récord de 250 granadas reenviadas hacia su destino, provocando también una gran cantidad de bajas en el ejército enfrentado.
Falleció en combate en la ciudad de Rímini, al atajar por error una bomba V-2 lanzada por los aviones de la Luftwaffe. De todas maneras se recuerda su invicto.
Otro excelente futbolista desaparecido en acción fue Juan Carlos Mastromauro, indisciplinado centro half del club Platense. Su conducta en el ejército dejaba mucho que desear y estaba siempre involucrado en diferentes conflictos tanto con sus superiores como con sus propios compañeros de arma. Especialista en la ley del off-side,aplicaba ese recurso siempre que lo mandaban a fusilar, ya que obligaba a dar un paso adelante a los demás, escondiéndose detrás de algún compañero para esquivar las balas provenientes del otro lado.Todavía está vivo aunque se desconoce su paradero.
Otro gran jugador de nombre prácticamente desconocido para quienes amamos el deporte fue Roberto Cerrutti, alias “Violín”, no sólo por su afición a desflorar violentamente a todas las señoritas que se encontraba en su camino sino también por su manera de apoyar el arma en su hombro a la hora de disparar cual si fuera un Stradivarius.
Puntero derecho, del estilo de un Garrincha o un Oreste Omar Corbatta, Cerrutti era utilizado por el ejército para sortear los campos minados.A Cerrutti ,sus superiores lo largaban con una pelota dentro de la zona con explosivos enterrados en el piso y él los iba gambeteando como si fueran adversarios.Decían que tenía un sexto sentido, una cintura milagrosa, pero el milagro nunca llegó.
Perdió su miembro viril durante una de esas incursiones a causa de una explosión y empezó a subir de peso, por lo que sus compañeros de escuadrón empezaron a llamarlo “Gordo Marica” con lo cual pudo sobrepasar las dificultades propias de los 186 juicios por violaciones y estupros que había cometido argumentando homosexualidad e imposibilidad física. De carácter fuerte y gran apostador, Cerrutti murió de un disparo en la boca luego de haber jugado que podía prender un toscano con un mortero.
Casos como éstos hay muchos entre las filas de argentinos ignotos que lucharon en la Segunda Guerra. Sólo hay que descubrirlos-.

the shitwriter.-