domingo, 23 de diciembre de 2007

POR LO MENOS, ASI LO VEO YO


“Me acuerdo que apenas salió el pase lo miré al juez de línea para ver si estaba habilitado. Cuando me di cuenta que sí, piqué en diagonal al arco para buscar la pelota. Había sido un lindo pelotazo del ocho, cruzado, pasando por encima de la línea de los volantes, llegando a la espalda del 4 rival. El partido estaba parejo si mal no recuerdo, 0 a 0 todavía y esto fue casi al final del segundo tiempo. Un partido de ida y vuelta además, los dos equipos como locos tratando de conseguir el ascenso en esa final. Tanto uno como el otro habían tenido una parada jodida en el campeonato primero y en la liguilla después, así que era un partido a todo o nada el de la final.
Y vino el pelotazo. La ví venir y encaré por el callejón del once, paré la pelota con el muslo derecho y al salirme el lateral que venía cerrando me lo saqué de encima con un caño. La popular estalló. Los gritos, la gente, los pibes, todos estaban ahí observando.
Yo sabía que el marcador estaba amonestado y que si me tocaba se tenía que ir, así que después del túnel, lo pasé y encaré para desbordar y tirar el centro, a medida que avanzaba iba sintiendo el vibrar de la tribuna, las miradas de los dirigentes, los alaridos desde los bancos de suplentes.
Levanté la cabeza para ver si estaba llegando el nueve al punto del penal y lo ví al líbero cerrando y al arquero adelantado. Pensé que iba a hacer, tuve ese segundo de lucidez en la que el jugador decide como sigue todo, si va para un lado o si va para el otro. Sabía que no tenía mucho tiempo, que era todo en un solo movimiento, el líbero cerraba y el stopper me venía corriendo de atrás mientras el uno salía a achicar.
El griterío era cada vez mayor, la emoción estaba a flor de piel y yo tenía la oportunidad de quedar en la historia. Seguí adelante, entré en el área grande, le amagué al seis y cuando el golero me iba a hacer la de Dios como si fuera el “Loco Gatti” le mandé una vaselina con pierna derecha por encima de la cabeza. Al ángulo. En el ángulo se la puse. Ja!. En el ángulo entró. De Ronaldinho fue el tiro que me salió, de Ronaldinho hermano, de Ronaldinho, entendés? Cara interna del pie derecho, el cuerpo hacia el otro costado, la pierna golpeando la pelota con suavidad, como con un guante, mientras los brazos y la cintura proveían el equilibrio del remate. Como enseñan los libros.
Cuando ví entrar la pelota...que sensación, flaco. El viaje de la pelota saliendo de mi botín derecho para entrar en el arco y acariciar la red. No creo que vuelva a sentir algo así en mi vida, más jugando una final como esa, peleada, enfangada, trabada en la mitad de cancha, un partido con huevos, fútbol de hombres.
Mientras la pelota iba hacia el arco me acuerdo que antes que entrara yo ya salí corriendo mirando de reojo la pelota por un lado y registrando a toda la tribuna por el otro. Los pibes estaban como locos, no la podían creer, un gol casi en el último minuto de la final había metido yo. Era impresionante como gritaban, como saltaban, como me miraban los miles y miles de hinchas fanáticos que se habían acercado al estadio para ver esa final.
Nunca había festejado así yo. En casi 15 años de carrera jamás había sentido lo que sentí esa tarde, te juro. El éxtasis, la satisfacción, esas cosquillas que sienten los campeones con hambre de gloria tuve yo cuando metí ese gol. Un gol que va a quedar para siempre en la memoria de todos los que estuvieron en esa cancha. Un gol que marcó un antes y un después en la historia de mi vida. Un gol que metí yo que era el árbitro del partido y que me costó la carrera; porque por meter ese mismo gol, me suspendieron de por vida y no dirigí nunca más.”

the shitwriter.-

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